domingo, 26 de abril de 2009

Cosas que le pasan a uno cuando pasa una semana en Santiago de Chile


Santiago muere un poco los domingos por la tarde, el rumor de los camiones en la distancia y nada de carne o hueso -puro cemento alrrededor. Cada paso en falso es una invitación a la neurosis, y si se te ocurre espiar por alguna ventana, nada hay que te devuelva la mirada.
Acá anochece temprano, como en todas las ciudades hechas a la medida de los fantasmas.
Encaro hacia el cerro Santa Lucía, a dos manzanas de donde a penas duras vivo. Subiendo hasta la cima, se puede ver esa gran cáscara vacía que es Santiago de Chile. En el trayecto hasta la cima encontré parejitas acobachadas en los bancos, esperando a que pase el guardia para poder meterse mano con disimulo. Pero la verdad es que eso no lo vi, solo me gusta imaginarlo, jugar a que soy de nuevo adolescente. Lo único que si vi venir fue a dos guarda parques entrando cada uno por un flanco, y con pleno uso de mi sentido bonaerense del descarte me tragué la tuca y entonces -chau pruebas, solo una invitación poco cordial a descender del cerro y mi nombre escrachado en un registro de mentira. Lo único que me preocupa es la idea de que ese registro vaya de paco en paco y me encuentre a la salida del país con un oficial deseoso de meterme un dedo en el culo.
Pero eso fue otro día, hoy encontré cerrado el cerro y no tuve más remedio que zigzaguear, decepcionado, por calles que ya conozco, hasta este parque donde chicas fresa, márica y caniches toy se multiplican como un gremlin mojado.
Acaban de subir a dos chicuelos al centro de detención móvil que tienen los carabineros a 30 metros de donde estoy, solo para justificar tanta chapa al pedo y sus trajecitos verde oliva que solo un puto no asumido pudo haber diseñado. Ahora los hacen bajar, y los meten en un patrullero.
Odio sus miradas pequeñas y mezquinas, sus cortes de pelo al cepillo, su forma de creerse poderosos. Tanta mierda en la conciencia.
Chile está vacío, su policía está vacía, sus corazones, la ropa que llevan, sus caricias. Hasta el sexo en esta ciudad debe ser una cosa horrenda: fría, lascerante, violenta. Culeada. Pura sodomía reprimida.
Toda esta ciudad es una gran cascara laqueada que se pudre por dentro.


1 comentario:

  1. las mismas mierdas en todos lados.
    pelo cortito, tipo cepillo, y la mueca macabra de creerse mucho más.
    Verdad, todo vacío.

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