domingo, 7 de junio de 2009

Cada palabra de un poema es como un grano de pimienta que cae en el puchero


Hacer frente
sobre “diario de un cura rural” de robert bresson

hacia el frente o a un costado
sigilozo te acompaño
tus dudas son mis dudas
pero mis ojos ven lo que niegas en silencio
lineal e intransigente,
adultero el voyeur, él es quien peca
y no quien se arroja
determinado
a los brazos siempre tiezos
del fin de las palabras

vino dulce pan reseco
y del que te humilla esperas caricias
en la peor de tus caídas...
hacer frente mi querido
agallas
es dejar que las chicas beban de los labios de los chicos
sin dejar que se agiten
las hojas de tu journal

los que sufren ven la luz y no
la sueltan
cuando la paz y la justa bala caminan
del brazo
por el sendero más terroso

malas noticias
mi querido
esa arcada fué la última te encontró en el exílio

caligrafía derrotada
vértigo los ojos
cabeza borradora
nadie salva no hay fé

¿qué más da?
Todo es gracia.



Requiem para un zombi

Cada sensación se funde con la otra
(el alivio se mezcla con la histeria,
la ira y el perdón –el morir
de un eco con
el celo en los labios).
La percepción tiene grietas
como los trazos de un vidrio
rajado.
me siento tan hambriento
desnudo
sin pretextos.
ojos semicerrados…
es la sangre de mil cuerpos aquello que me ciega.
pensamientos ajenos
como dedos que mastico
simples restos.

algo me habla al oído.
volteó y veo
mi conciencia sin voz
sobrevive
apenas.
pregunta mi
nombre
el aliento en las
vacías cuencas
de mis ojos.
no hay respuesta
apenas un gruñido
de cuerdas partidas
y acordes densos.
digo adiós
y me dejo llevar
por esta muerte que es vida
aunque sea
muerta.

Entonces
pasa
poco a poco
todo es vacío en mi
“es forzoso pensar
es necesidad
seguir sintiendo”
repite un yo
agonizante
-no este que ahora soy
-no a las fauces rotas
-no a la noche desollada.

Otro gruñido
y ahora todo
se nubla y con
suerte me veo
siguiendo a mis verdugos
obediente del instinto
y son mis entrañas
las que se marchitan
y es un ardor inexplicable
en el fondo de mi estomago
el ansia
la belleza
de las flores rotas.

Hasta que te encuentro
y me prendo de tu
ropa
y te conozco
aunque no.
Pero esas lágrimas
de pánico

-tu lengua atorada
-tus uñas en mi cien

me dicen que eres mía
que no hay escapatoria
que no te dejare ir
sin llevarme a la boca
tu forma
un trozo de tu carne.

Y entonces sé
que estas palabras
serán las últimas
que escucharé
jamás.

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