Sacarte esas fotos fue tan fácil.
Resultaba toda la novedad,
y no temblaba el pulso.
Parpadeaba sin despertar.
Mis ojos se multiplicaban,
trataban de abarcarte.
Un ojo se perdió en el intento,
cayó del doceavo piso.
Otro,
católico y culposo,
intento suicidarse.
Una centena de ojos intento rodearte por la espalda,
pero no,
no había caso.
En esa plaza del pueblo de ojos,
se levanto tu estatua,
y a cada rato se reunían centenas de ojos a masturbarse.
Todo paso de golpe:
las fotos, masturbarme, vos, y mis ojos.
Parecía tan fácil.
Pero ya se sabe que
así fue como me tatuaron los ojos de vos.
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